La Cumbre de Biodiversidad, COP16, que va a tener lugar en Cali en octubre, es una oportunidad única para celebrar esta diversidad y su potencial para el desarrollo económico sostenible.
Conservar y utilizar la biodiversidad agrícola es fundamental para alcanzar dietas nutritivas, la adaptación al cambio climático y la sostenibilidad de los sistemas agropecuarios, no solo en Colombia sino a nivel global.
En Chinchiná, un municipio del departamento de Caldas, hay una nueva forma de caficultura. Ahora los pequeños agricultores no solo tienen café, sino que intercalan en el cultivo plantas de fríjoles. Y no cualquier fríjol, sino unos desarrollados por nuestros científicos de la Alianza de Bioversity y Ciat, en conjunto con la Federación Nacional de Cafeteros y Semillas Guerrero y Asociados, a partir de variedades colombianas.
Estos fríjoles, ricos en hierro y zinc, tolerantes a sequías y con alto rendimiento, no solo optimizan el uso de la tierra y la conservación de los suelos, sino que son nutritivos y constituyen un flujo constante de ingresos para los pequeños productores, garantizándoles estabilidad financiera durante la resiembra de sus cafetales.
Como esta, existen muchas formas creativas de aprovechar nuestra biodiversidad, tanto en el campo como en la mesa, y además contribuir a la adaptación al cambio climático y la lucha contra la malnutrición.
La Cumbre de Biodiversidad, COP16, que va a tener lugar en Cali en octubre, es una oportunidad única para celebrar esta diversidad y su potencial para el desarrollo económico sostenible. El Pacífico colombiano es un hotspot de biodiversidad que alberga un cuarto de las especies vegetales del país, entre las que se encuentran muchos cultivos que forman parte de la tradición culinaria de Colombia y de los pueblos afros e indígenas que la custodian.
En la anterior cumbre (COP15), de 2022, se acordó un nuevo marco global que por primera vez compromete a los países a manejar de forma sostenible las zonas dedicadas a la agricultura. Pero ¿cómo proteger la agrobiodiversidad desde la agricultura si los sistemas productivos han sido unas de las principales causas de su pérdida?
A nivel mundial es necesario un cambio hacia sistemas productivos y de uso de la tierra sostenibles (como los fríjoles de Chinchiná) para cumplir las metas acordadas en la COP15. La buena noticia es que no comenzamos de cero, porque existen muchas buenas prácticas, incluso en Colombia, que utilizan la agrobiodiversidad para restaurar los ecosistemas, promoviendo al tiempo un desarrollo económico inclusivo, así como la resiliencia al cambio climático.
Muchas de esas prácticas adoptan enfoques integrados, es decir que no solo generan oportunidades económicas sino que pueden revertir la disminución de la biodiversidad causada por el enorme cambio del uso del suelo en las últimas décadas.
Lo anterior solo es posible con una agenda coordinada entre los ministerios de Ambiente, Agricultura, Salud, Planeación y Finanzas de los diferentes países. Este esfuerzo, sin embargo, también debe ir de la mano con la implementación de modelos financieros adaptados a este propósito; una mayor inversión en ciencia y tecnología que integre lo agrícola con lo ambiental, y especialmente promueva el uso y la conservación de los recursos genéticos, y, por supuesto, el fortalecimiento de las capacidades de las comunidades locales para que logren una transición hacia formas más sostenibles de uso de sus territorios.
Estamos llamados –y tenemos una responsabilidad hacia las generaciones futuras– a implementar el Marco Global de Biodiversidad de manera rápida y efectiva para construir un futuro próspero y la COP16 en Colombia es nuestra oportunidad de demostrar que tomamos esto en serio.
Por: Juan Lucas Restrepo
Director general Alianza de Bioversity International y Ciat
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Tel: 313 2101602