El origen de la cadena alimentaria es la semilla. Su calidad, a la hora de sembrar, es fundamental para conseguir un buen establecimiento de las plantas y es el primer paso para lograr un cultivo óptimo.
La semilla es el único insumo del cual no se puede prescindir y es determinante en los rendimientos del cultivo. De acuerdo con estudios de la Federación Internacional de Semillas (ISF), el aumento en los rendimientos está dado por el componente genético (semilla), los insumos y las prácticas agronómicas. Aproximadamente 40% del aumento o descenso en el rendimiento lo explica la semilla empleada y su buen manejo.
La investigación y el desarrollo de nuevas variedades en Colombia, por parte de las empresas obtentoras de semillas, les ha permitido a los agricultores duplicar los rendimientos en los últimos 50 años, con un aumento significativo en la calidad de las cosechas.
La piratería de semillas, por otro lado, se ha convertido en un flagelo que atenta cada vez más contra la productividad y la competitividad del campo. El mercado ilegal de semillas, especialmente de arroz, por ejemplo, tienen en vilo a las empresas productoras de semillas certificadas, tanto así, que en 2018 le representó pérdidas a la industria cercanas a los $250.000 millones de pesos y hoy en día, de las 13 empresas que en 2012 se dedicaban a la obtención y oferta de variedades de semilla certificada, solo quedan cinco en el mercado.
Desde 2011, el porcentaje de uso de semilla certificada ha venido cayendo de manera dramática. Pasó, de 64% a 23%, en lo corrido del primer semestre de 2018. Esto significa que para 2018, de las 333.778 hectáreas sembradas de arroz para el primer semestre de 2018, apenas 76.768 has. (23%) fueron sembradas con semilla certificada, situación lamentable si se compara con países como Uruguay, donde el uso de semilla certificada de arroz es de 98%.
El mercado ilegal de semillas afecta la calidad del arroz blanco porque las características genéticas se degeneran mediante la multiplicación y falta de control de las variedades que se comercializan. Es así como se presenta un alza de malezas e impurezas; se observa mayor presencia de arroz rojo; granos partidos y manchados, entre otros.
Esta situación también desestimula la inversión y la investigación de las empresas de semillas para ofertar nuevas y mejores variedades adaptadas a las condiciones propias de cada región y capaces de enfrentar los desafíos del cambio climático, plagas y enfermedades limitantes y variedades con mejores contenidos nutricionales para los consumidores.
La utilización de material vegetal sin certificar o producido clandestinamente puede dar resultados deficientes y acarrear serios perjuicios económicos al agricultor y la ausencia de controles sanitarios puede ser un foco de transmisión de problemas fitosanitarios.
En consecuencia, es urgente, desarrollar acciones por parte del Gobierno e instituciones de control que incentiven y propendan por el uso de semillas certificadas en el país que contribuyan a generar empleo formal y especialmente, a promover el desarrollo de la agricultura colombiana. Esperamos desde Acosemillas que el próximo Consejo Nacional del Arroz ayude a que las medidas planteadas redunden en la sostenibilidad de esta cadena productiva tan importante para el país.