El año 2015 fue el más caluroso desde 1880. Es así como se ha insistido, desde años atrás, en la adaptación al cambio climático como uno de los mayores retos del sector agropecuario y rural colombiano. Según un estudio de la OMC y el Programa de las Naciones Unidas para el medio Ambiente-UNEP “proyectaba para Colombia en los próximos 70 años, una disminución de la productividad agrícola entre 5% y un 15%.
Los cambios climáticos seguirán ocurriendo y el uso de semillas de buena calidad, tienen un papel primordial para contribuir a enfrentar las adversidades del cambio climático. En este sentido se puede decir:
La semilla certificada es resultado de un proceso de mejoramiento genético que implica invertir no sólo alrededor de 7 años o más en investigación, sino también recursos suficientes que llegan a superar los 7 mil millones de pesos. Estos procesos de investigación recogen el mayor número de variables no sólo de producción y rendimiento, sino también de resistencia a plagas y enfermedades, tolerancia a condiciones de estrés nutricional o hídrico y variables de calidad industrial, dependiendo del destino final del cultivo.
El uso de semilla certificada, requiere de prácticas como una preparación adecuada de suelos, racionalización en el uso de fertilizantes mediante un adecuado plan de fertilización, disminución en el uso de agroquímicos y por tanto disminución en las aplicaciones de los mismos, lo que se traduce en disminución en el volumen de agua a usar. Esto debido por una parte al desarrollo genético con mejoras hacia la resistencia de plagas y enfermedades limitantes y por otro lado por la calidad de la semilla certificada, pues la semilla certificada contribuye a reducir la presión de enfermedades desde el inicio del cultivo.
La semilla certificada tiene altos niveles de pureza de alrededor de 98%, bajos porcentajes de malezas nocivas alrededor del 2% dependiendo de la especie. Estos indicadores se expresan en la disminución de la presión de malezas atribuida a la semilla, debido a que las malezas que son especialistas en competir y adaptarse fácilmente, tienen altos niveles en campo atribuidos a la presencia principalmente en el suelo, a la falta de rotación de cultivos, al uso de semillas sin certificado de calidad y principalmente al inadecuado manejo de las mismas ciclo tras ciclo de cultivo.
La semilla certificada tiene altos porcentajes de germinación entre el 80% al 90%, según la especie. Estos altos niveles de germinación se retribuyen en menores densidades de siembra y homogeneidad en la cobertura del suelo, que contribuye a disminuir resiembras y posibles espacios que son ocupados por las malezas generalmente. Disminuir la presión de malezas, significa menos aplicaciones de herbicidas y por ende más optimización del recurso hídrico.
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